Volvamos a esos poetas que nos devolvieron el aliento, aquellos a los que leo y cada maldita palabra me recuerda a tí. Aquellos que con simplemente escuchar su nombre, me recuerda aquel poema, mi favorito que te he leído tantas veces aunque no estuvieras escuchando. Ellos que me han hecho llorar tanto y ser tan feliz al mismo tiempo. Para aquellos que creen que ahora ya bailo, aquellos que deseaban con tanta fuerza verme volar o aquel que desde el primer día confié en él y ha llegado a lo más alto siendo el mismo, para ese poeta que cree que después de todo, solo queda polvo.
Volvamos a aquellos en los que nadie creía pero como siempre, rara, yo lo hice. Ellos en los que todos veían oscuridad y nada, y para mí eran la luz que necesitaba.
Ellos, él, y tú.
Volvamos a aquel primer libro que me enamoró, aquel Jude que siempre será demasiado moñas y del que yo siempre estaré enamorada. Cuando lo leí, estaba deseando encontrarlo y me lancé a buscarlo pero en el momento en el que paré de buscarlo lo encontré y de hecho llevaba años conociéndolo. Volvamos a aquel verano que nos salvó la vida o nos mató a pedazos.
Siempre he creído en el destino.
Pero espero que el mío no sea lo que dice Sabina de aquellas 500 noches habiendo contado las que quedaban para volver a vernos. No nos hacían falta alas para volar teniendo las ganas que nos sobraban. No necesitábamos palabras cursis para llegarnos al corazón, ni dejarnos cosas en el tintero, eramos más de piel, más de nosotros, más de confianza.
Éramos más de terremotos, de prisas, de aprovechar esos últimos segundos siempre. De momentos, nuestros momentos esos de los que no he parado de escribir desde aquella noche o madrugada. Aquella que se enamoró de nosotros y todavía sigue extrañándonos con la sonrisa de idiota puesta en la cara, más o menos la que se me pone cada vez que lo recuerdo.
Tan atrevidos y tan introvertidos, tan advertido pero desapercivido, tan esperado y tan inesperados. Tan nosotros.
Volvamos a aquel libro que tan solo fue un remedio para arreglar una situación que a ninguno de los dos nos gustaba. Aquella noche de verano, la que iba a ser mi última noche junto a tí y que se convirtió en una de las más felices de mi vida. Sabíamos de sobra que ese libro tenía algo que nos unía, que podríamos identificarnos en los poemas de ese poeta fácilmente y que iba a ser parte de nosotros pero lo que nunca supe, es que iba a calarme tanto y que tu lo harías con él. Anoche, llegué al final del libro, te mentí, te dije que no leería la parte de ''Yo sin tí'' pero lo hice, no podía resistirme. Habiendo leído ''Todo lo que somos'' y en él habernos encontrado, ¿cómo no iba a leer la siguiente parte para encontrarme a mí, o a tí? La leí y releí porque no llegaba a creerme que aquel último poema fuera tan tuyo, tan mío y tan nuestro. No podía creer que aquel título me llegase tantísimo al alma soñando con que tu lo hicieras realidad y no solo se quedara en palabras.
Desde la primera palabra que leí del libro hace ya un par de meses sabía que sería parte de nosotros, pero al leer aquel último... me di cuenta de que era mucho más que eso. No he deseado nunca tanto que algo se hiciera realidad. Que por una vez en todo el tiempo que llevo escribiéndote, causara algo en tí aunque no me leas, que todas las cartas que te he escrito llegaran a la dirección a la que nunca las envié para que recordaras quien fuimos, que este país estuviera un poquito más cerca o que pudiese parar el tiempo, pasar contigo una noche más y volver.
Volvamos a aquellos momentos en los que fuimos tan felices y en los que me hiciste tan feliz con una simple mirada y una sonrisa. Volvamos a mi graduación, ojalá tus 18, a un lunes 5 de junio, a echarte de menos porque pasaba un día y ya queríamos vernos, a la semana de después de selectividad, a mis 18, a las noches mirando las estrellas, a las tardes en la piscina, a las estrellas fugaces, al carro, a la osa mayor y a la menor, a que mis perros te quieran más a tí que a mí, a lo que la gente cree que fue un amor de verano y no tienen ni la menor idea de lo que pude llegar a sentir contigo.
Volvamos a releer los poemas, para llegar al último y querer releerlo otra vez. Volvamos a ser nosotros, volvamos a las palabras, volvamos a dejar que pase el tiempo, volvamos para reencontrarnos, volvamos para ser nosotros como siempre fuimos, pero tendré que volver a ser yo sin ti para descubrir el título de un libro de poesía cualquiera:
Cartas a Finlandia.
Y no tendré la oportunidad de leertelo una vez más aunque nunca lo hayas escuchado.