Decir adiós a veces es menos doloroso que un hasta luego.
Hasta luego.
Esa despedida que estas deseando que no sea definitiva. Esa espinita que no deja de doler hasta que deja de ser una despedida pero que duele y mucho.
Siempre he pensado que una despedida definitiva dolería más que un hasta luego, porque siempre cabe la posibilidad de que todo vuelva a ser como antes o por lo menos soñarlo. Pero esa incertidumbre que nunca te suelta que te hace soñar que está pensando en tí al igual que tú nunca has dejado de pensar en él, que te hace esconderte en esa película en la que intentaste meterte creyendo que sería mejor y sabiendo en el fondo que el final no iba a ser feliz.
Esa incertidumbre que te hace llorar sin derramar ni una lágrima, que te hace gritar en silencio, que te hace estar sola alrededor de mucha gente. Y creo que es una de las peores sensaciones. Sentirte ajena a lo que pasa a tu alrededor, como si no fuera contigo, como si estuvieras siendo parte de algo que no es parte de tí, como si estuvieras intentando ser parte de alguien del cual no eres.
Como cuando quieres decir algo y no te salen las palabras o simplemente sabes que no debes hacerlo, como cuando quieres acostumbrarte a algo pero no debes, por tu bien o por el de alguien. Como cuando quieres ser costumbre de alguien pero ese alguien no te quiere como costumbre. Siempre me han gustado las sorpresas, pero odio la incertidumbre.
Nunca me han gustado las despedidas, yo he sido siempre más de reencuentros, de reconciliaciones, de abrazos que quitan el aliento y sobre todo de besos robados.
Pero tampoco pensé nunca que dolieran tanto. Hace 5 meses fue la peor, aquellos besos que se me han clavado en el corazón desde que te os salir por la puerta de aquel maldito hotel. Ese que parecía tan bonito pero que guarda una de las despedidas más tristes que he presenciado y de la cual no le he hablado a nadie. Estos 5 meses me han cambiado, no sé si para bien o para mal, pero como ya he dicho, no le he hablado a nadie de esa última despedida y no lo voy a hacer ahora.
He cambiado lo sé, pero sigo siendo yo. Pero esta última semana y la última despedida que he vivido me ha cambiado. No se cómo ni de que manera estas personas se me han calado tanto y se han convertido en una simple semana en tan increíblemente importantes para mí. De ser desconocidos, a contarles como me siento y a decirles quinientas mil veces que los echo de menos.
Antes de esto, me gustaba pensar que estaba en casa, o que mi familia (de aquí) estaba intentando que sintiera que soy parte de la familia y por supuesto lo estoy haciendo. Pero cuando estas personas llegaron, hablé tres palabras con ellos y ya sabía que iba a ser una muy buena semana y que iba a ser muy difícil decir adiós. Y ellos han sido los que me han hecho sentir como en casa. Como si por una semana hubiera vuelto a casa, con mis amigos, con nuestras risas, nuestras clases en el instituto, todas las excursiones de la semana...
Increíble.
Solo tengo buenas palabras para los que han hecho de una simple semana más, una de las mejores de toda la experiencia y por ello han formado parte de mi experiencia. No los voy a olvidar nunca. A Adri, el pesado que sabía la falta que me hacían esos abrazos que sé que tanto me gustan (aunque le dijera que no) y no ha parado de dármelos durante toda la semana independientemente de que yo me intentara separar. A Cristina, esa chiquitina que no sé como ha hecho para hacerme confiar en ella con tal facilidad y que sintiera que es como mi alma gemela con la casualidad que nacimos el mismo día (destino, supongo). A Claudia, que aunque no lo sepa somos mucho más parecidas de lo que cree. A Sergio, que me enamoré de esos ojazos pero sobre todo por mostrarse tal y como es y por dejarme conocer a ese que no deja ver a todo el mundo (por los últimos dos abrazos que no sabe como los sentí). A Raúl, ese que me aprendí el nombre desde el primer segundo que bajó del bus y me escuchó que estaba presentandome en el grupo de al lado para decir: Eh! Que aquí hay más españoles! Para después darme dos besos. Y por las bachatas y los bailes juntos. A Loco Lucas que espero que se le quiten esos pensamientos que tiene, sin nunca perder su esencia, y que le hayan ayudado esos consejos que intenté darle con la mejor de las intenciones. A Moreno, que después de intentar ligarse a mi mejor amiga, le he cogido cariño y todo. A todos vosotros por hacerme sentir en casa.
Por supuesto, siendo con perdón, incluso más importantes, a mis finlandeses. Esos que parecen fríos, que no le dan importancia a los amigos y que pasan buenos ratos contigo y luego no te saludan aunque sepan perfectamente quién eres. A Inka, que sin darnos cuenta nuestra relación ha crecido como la espuma y la considero una muy buena amiga, casi hermana. A Saara, esa cuqui que desde el principio ha intentado hacernos sentir bien, salir con nosotras, bailar, reír... A Niku-Heikki, sin dudarlo, el mejor amigo que he podido conocer en Finlandia y del que no pienso perder amistad nunca. A Eljas que se abrió delante de nosotros pareciendo imposible por lo tímido que es. A Leevi, mi niño pequeño que no tiene ni idea de lo importante que es para mí y de lo que me ha sorprendido gratamente de conocerlo mejor estos días. A Anni, otra cuqui que aunque no lo sepa, me ha encantado saber cómo es y me encantaría mantener la amistad que tenemos y si se puede, mejorarla.
Y por último, a mi mejor amiga. Esa que ha estado en uno de los momentos más complicados que he pasado, la que ha conseguido mantenerme feliz en un país extranjero con gente que no conocía, en el que me veía sola y cuando perdí la ilusión por esta experiencia. Le tengo que agradecer cada risa, cada llanto, cada canción, cada baile, cada fiesta, cada enfado e incluso cada pelea. He aprendido con ella más que con toda la gente que simplemente ha pasado por mi vida de largo. Ella apareció y sé que se quedará, por todos los sueños que nos quedan por cumplir juntas.
He sufrido malas despedidas, una de ellas fue la vuestra, pero el 19 de Junio no me quiero imaginar tener que despedirme de la vida que he creado aquí en tan poquísimo tiempo y con lo importantes que son para mí todas y cada una de las personas que he conocido.
Pero antes de despedirme, me quedan 5 meses que disfrutar.
Gracias a todos.
Felices 5 meses en Finlandia.
Nunca me han gustado las despedidas, yo he sido siempre más de reencuentros, de reconciliaciones, de abrazos que quitan el aliento y sobre todo de besos robados.
Pero tampoco pensé nunca que dolieran tanto. Hace 5 meses fue la peor, aquellos besos que se me han clavado en el corazón desde que te os salir por la puerta de aquel maldito hotel. Ese que parecía tan bonito pero que guarda una de las despedidas más tristes que he presenciado y de la cual no le he hablado a nadie. Estos 5 meses me han cambiado, no sé si para bien o para mal, pero como ya he dicho, no le he hablado a nadie de esa última despedida y no lo voy a hacer ahora.
He cambiado lo sé, pero sigo siendo yo. Pero esta última semana y la última despedida que he vivido me ha cambiado. No se cómo ni de que manera estas personas se me han calado tanto y se han convertido en una simple semana en tan increíblemente importantes para mí. De ser desconocidos, a contarles como me siento y a decirles quinientas mil veces que los echo de menos.
Antes de esto, me gustaba pensar que estaba en casa, o que mi familia (de aquí) estaba intentando que sintiera que soy parte de la familia y por supuesto lo estoy haciendo. Pero cuando estas personas llegaron, hablé tres palabras con ellos y ya sabía que iba a ser una muy buena semana y que iba a ser muy difícil decir adiós. Y ellos han sido los que me han hecho sentir como en casa. Como si por una semana hubiera vuelto a casa, con mis amigos, con nuestras risas, nuestras clases en el instituto, todas las excursiones de la semana...
Increíble.
Solo tengo buenas palabras para los que han hecho de una simple semana más, una de las mejores de toda la experiencia y por ello han formado parte de mi experiencia. No los voy a olvidar nunca. A Adri, el pesado que sabía la falta que me hacían esos abrazos que sé que tanto me gustan (aunque le dijera que no) y no ha parado de dármelos durante toda la semana independientemente de que yo me intentara separar. A Cristina, esa chiquitina que no sé como ha hecho para hacerme confiar en ella con tal facilidad y que sintiera que es como mi alma gemela con la casualidad que nacimos el mismo día (destino, supongo). A Claudia, que aunque no lo sepa somos mucho más parecidas de lo que cree. A Sergio, que me enamoré de esos ojazos pero sobre todo por mostrarse tal y como es y por dejarme conocer a ese que no deja ver a todo el mundo (por los últimos dos abrazos que no sabe como los sentí). A Raúl, ese que me aprendí el nombre desde el primer segundo que bajó del bus y me escuchó que estaba presentandome en el grupo de al lado para decir: Eh! Que aquí hay más españoles! Para después darme dos besos. Y por las bachatas y los bailes juntos. A Loco Lucas que espero que se le quiten esos pensamientos que tiene, sin nunca perder su esencia, y que le hayan ayudado esos consejos que intenté darle con la mejor de las intenciones. A Moreno, que después de intentar ligarse a mi mejor amiga, le he cogido cariño y todo. A todos vosotros por hacerme sentir en casa.
Por supuesto, siendo con perdón, incluso más importantes, a mis finlandeses. Esos que parecen fríos, que no le dan importancia a los amigos y que pasan buenos ratos contigo y luego no te saludan aunque sepan perfectamente quién eres. A Inka, que sin darnos cuenta nuestra relación ha crecido como la espuma y la considero una muy buena amiga, casi hermana. A Saara, esa cuqui que desde el principio ha intentado hacernos sentir bien, salir con nosotras, bailar, reír... A Niku-Heikki, sin dudarlo, el mejor amigo que he podido conocer en Finlandia y del que no pienso perder amistad nunca. A Eljas que se abrió delante de nosotros pareciendo imposible por lo tímido que es. A Leevi, mi niño pequeño que no tiene ni idea de lo importante que es para mí y de lo que me ha sorprendido gratamente de conocerlo mejor estos días. A Anni, otra cuqui que aunque no lo sepa, me ha encantado saber cómo es y me encantaría mantener la amistad que tenemos y si se puede, mejorarla.
Y por último, a mi mejor amiga. Esa que ha estado en uno de los momentos más complicados que he pasado, la que ha conseguido mantenerme feliz en un país extranjero con gente que no conocía, en el que me veía sola y cuando perdí la ilusión por esta experiencia. Le tengo que agradecer cada risa, cada llanto, cada canción, cada baile, cada fiesta, cada enfado e incluso cada pelea. He aprendido con ella más que con toda la gente que simplemente ha pasado por mi vida de largo. Ella apareció y sé que se quedará, por todos los sueños que nos quedan por cumplir juntas.
He sufrido malas despedidas, una de ellas fue la vuestra, pero el 19 de Junio no me quiero imaginar tener que despedirme de la vida que he creado aquí en tan poquísimo tiempo y con lo importantes que son para mí todas y cada una de las personas que he conocido.
Pero antes de despedirme, me quedan 5 meses que disfrutar.
Gracias a todos.
Felices 5 meses en Finlandia.