miércoles, 2 de enero de 2019

''Fix me''

Recuerdo aquella(s) vez(ces) que te rompí.

Las recuerdo como si fueran ayer. Las lleva mi conciencia clavada y no las deja ir, ni nunca lo hará. Recuerdo el momento en el que te convencí de que no íbamos a ningún lado, de que te estaba haciendo más daño del que podías permitir pero también recuerdo que eres el único que siempre me ha conocido de verdad.

Tengo guardada la entrada que escribiste en ese blog de koala, ese que desapareció cuando te empujé para que te alejaras de todo el daño que te estaba haciendo y me escribiste las palabras más dulces y más amargas que nadie me ha dicho jamás. Me las merecía. Me merecía que todo el daño que te hice me fuese devuelto, que toda la inmadurez que coseché durante esos años me pegase una bofetada de conciencia cuando conté las veces que pensaba en tí y me di cuenta de que nunca dejé de hacerlo.
Siempre fuiste la persona a la que me moría por contarle las cosas. Aquella a la que me moría porque viniese a visitarme en un año tan duro como fue aquel lejos de casa. Necesitaba que vinieses y me abrieras los ojos como siempre hiciste. Me temía perderte y aquí me tienes dos años después de la ruptura, rota, desecha y deseando encontrarte en el sitio de siempre, con la misma música, con tu sonrisa y con aquella voz con la que te dije un día que ya no provocaba nada en mí. Qué ilusa. Desde aquel día no he parado de volver a escuchar una y otra vez esos audios que me enviabas. No he parado de recordar todas y cada una de las llamadas que me volcaban el corazón solo con ver unas letras en la pantalla del móvil para después pulsar el botón verde y escucharte de nuevo.
No sabía lo que iba a pasar después de todo. Pero tú sí. Lo sabías desde el principio y no quise escucharte, no quise darte la razón sabiendo que la tenías. No quise darme cuenta de que si te perdía estaría perdida. Que iba a pasar sin ti el año más duro que he vivido y el más intenso a la vez, espero que nunca olvidaras que todas aquellas cosas que me pasaban, te las contaba en sueños porque yo sí que soñaba despierta. Pensé que iba a conseguirlo, que simplemente iban a ser unos días de bajón, o unos meses, me autoconvencí de que pasaría, de que quedaríamos en el olvido. Pero algo que no muere no puede llegar a ser olvidado.

Un año después volví a buscarte y un 23 de Junio en San Juan, tu ojito derecho me dijo que te había roto una vez más cosa que no merecías. Poco más tarde te vi pasar por la clínica, como es obvio me faltó tiempo para salir corriendo a saludarte y me enteré de que te ibas. Me alegré como nunca lo había hecho en mi vida por nadie, sabía lo que habías luchado por ello y no te podía decir algo que yo había estado sintiendo para tú cambiar tu parecer, no podía permitirlo. Por ello no paré de repetirte que iba a ser el mejor año de tu vida, porque deseaba que lo fuese para tí y no cometieras el mismo error que yo tirando casi por la borda tres meses de lo que iba a ser el mejor año de mi vida. Desde el principio habías estado luchando por algo que era tu sueño y no sabes lo feliz que me hace verte completar tus metas, aquellas por las que tanto has aguantado para llegar al final. Me hubiera encantado estar en la posición en la que tu estabas cuando descubrí que efectivamente me iba a Finlandia, me hubiera encantado que hubiese sido la primera persona a la que corrieses a contárselo, pero no me lo merecía y lo sé. Tenía que despedirme de ti como fuera. Tenía que decirte lo que te echaba de menos, que no quería que te alejaras de mí, que quería retomar aquello que nos hizo felices y yo rompí o al menos remediar que me odiaras pero sabía que ese lugar ya no era mío. Que era el momento de que otra persona te hiciera sentir como un día te sentiste conmigo.
En el fondo no quería saberlo pero necesitaba saber si había la más remota posibilidad de que quedase algo en tí de mí, aunque fuese el simple recuerdo. Y me di cuenta de que no, que me habías superado y que me tenías guardada en ese cajón donde los vales nos esperan, donde la poesía espera a su poeta y donde ese profe de natación y de autoescuela nos espera impaciente. Ya no habrán mas tardes de verano en mi piscina o en la tuya, ni más noches durmiendo juntos, ni más reencuentros, ni más reconciliaciones...

Necesitaba preguntarte si en efecto estaba siendo el mejor año de tu vida y obviamente es así, con tus ganas de volver aunque se te vaya mucha gente hay otra que sigue. Me alegré mucho por ello pero lo que más necesitaba de ti era saber si me recordabas y lo haces, pero no volverías atrás cosa que yo he hecho incontables veces desde que te dejé ir pero esta última conversación nuestra ha sido liberadora. Sabía que seguías siendo tú sin mi y supe que yo podía ser sin tí, que no era el fin del mundo y que me queda mucho por delante. Te dije para variar que no había encontrado mi sitio porque de verdad aún no lo he hecho pero lo haré, te lo prometo, se que lo conseguiré algún día aunque me cueste el trabajo que me cueste. Esa noche después de tí puedo decir que me liberé, que el nuevo año no ha empezado tan mal como lo esperaba y que tengo mucha gente a mi alrededor que se que van a permanecer como la familia que son (elegida o no). Tras verte tan bien nadie se imagina lo que me alegré por ti y porque estuvieras consiguiendo por lo que tanto habías y estabas luchando. El viajar, el Erasmus, el idioma, la gente...
Hoy puedo decir que soy yo sin tí, que estás como un bonito recuerdo al que ya no necesito volver para echarte de menos. Siempre querré volver a verte y nunca te voy a negar una cerveza de esas tantas que me debes pero eres una parte de mí que ha quedado en el pasado, eres un bonito recuerdo y siempre lo vas a ser.

Gracias por ser tú, por enseñarme tantísimas cosas y recordarme que puedo ser poesía y poeta al mismo tiempo,
mi poesía
mi poeta
muy mía.

Gracias y Feliz año nuevo
2019.