¿Sabes el problema de evadirte de algo? El problema de estar intentando olvidar algo, de dejarlo de lado para al menos no desmoronarte delante de todo el mundo. De no llorar delante de tus padres, de ser fuerte por ellos, de no hacerlo delante de tus amigas para que no se preocupen, de cerrar los ojos y aguantar las ganas de llorar una vez más, de ponerte la careta todas las mañanas, de maquillarte las ojeras y ponerte rímel para que no se noten los ojos hinchados...
El problema es que lo más mínimo te puede romper en cualquier momento. Ya sea una canción y el recuerdo que conlleva, abrir un cajón y encontrarte su camiseta, abrir el calendario y ver esa fecha, esa maldita fecha, coger una llamada y que vuelva el momento en el que te dieron esa noticia.
Las noticias hacen mucho daño cuando no las esperas, pero cuando las esperas y no las quieres ver también.
Desde aquel día, aquel maldito día, sólo paso los minutos, las horas, los días como si no fuese dueña de mi vida. Como si fuera una película que puedo ver desde fuera, porque para mí ese día no ha pasado, no ha podido pasar. Daría cualquier cosa por volver a este verano, daría lo que fuera por dar un salto al cielo y abrazarte, solo una vez más, darte un beso y decirte que hueles muy bien, que estás preciosa, que te quiero.
Me niego a hablar de tí en pasado cuando te tengo presente cada minuto. Me niego a escribirte en pasado cuando estás conmigo en cada paso que doy. Ojalá me escuches, pero como él dijo cuando te fuiste: ya no me escuchas. Y se fue. Abrió su camino hacia tí, que fue el miedo que siempre tuviste. Se fue contigo porque no fue capaz de vivir sin ti, pero no pensó en los que nos quedábamos aquí, ni en que cada noche antes de dormir miro vuestras fotos, ni en el deseo que pedí en mi 22 cumpleaños, ni en todo lo que pudo ser y no fue.
Te prometí algo que voy a cumplir, pero ojalá estuvieras aquí para verlo.
Te echo de menos abu Trini,
te echo tanto de menos.