Me he aferrado tanto tiempo a tu recuerdo, que he perdido la cuenta de las veces que he revivido nuestros momentos.
Cierro los ojos y te veo allí, en mi sitio favorito, con mi flor favorita y un sobre el cual te había llevado a hacer cosas que nadie había hecho por mí antes.
Recuerdo perfectamente que llevabas el pelo un poco más largo que la última vez que te vi, pero lo que no había cambiado era tu mirada. Me mirabas de esa manera tan especial, como siempre, con la cabeza ladeada y el brillo en los ojos de la emoción.
Recuerdo que estaba en casa de mis amigas aquel día, me llamaste diciéndome que creías que te habías dejado las llaves en mi azotea la última vez que fuimos (en esa época íbamos bastante), y que necesitabas que fuera a ver si las veía. Eso incluía subir por las escaleras. Obviamente jamás pensé que pudiera ser una sorpresa, con lo poco que a mi me gustan...
Subí aquellos cuatro pisos con la emoción en el pecho y el corazón latiéndome más rápido que nunca. Leí cada uno de aquellos posits, que todavía guardo en la caja de nuestros recuerdos, cada uno recitaba una canción. Conforme subía más ganas tenía de que se parase el tiempo y que aquel momento no acabara nunca. Me sentía feliz, aquel día fui feliz.
El que mejor recuerdo es el último, "I'll love you for a thousand more". Nuestra canción, tú y yo, aquel nosotros que tan feliz nos hizo.
Tras releerlo y perder la cuenta de nuevo de las veces que lo leí, abrí la puerta y te ví con esa rosa en la mano, tu sonrisa y con un simple "Felices 17, ricitos" te quise un poquito más.
Te besé y ahora no sé en qué momento se me ocurrió parar de hacerlo.
Por eso cuando cierro los ojos te veo en el mismo lugar (aunque ya no estés), con la misma mirada (aunque ya no me mires así), con el mismo valor que tenías en aquel momento el cual se que conservas y simplemente te extraño. Extraño tu olor, extraño como mis manos se perdían debajo de tu camiseta y llenaban tu espalda de caricias. Esa espalda... tu espalda, puede contar historias hermosas que sólo tú y yo sabemos.
Recuerdo aquella ducha juntos, cuando comencé a escribir palabras en ella para que las adivinaras. Tú me decías que eras malísimo con esos juegos y yo que lo intentaras, que sabía que podías hacerlo. Cuando adivinaste un par de ellas y la segunda fue una declaración de amor simplemente te giraste, me miraste, cogiste entre tus manos mi cara y me dijiste, te quiero nena. Después solo alcanzo recordar besos de amor que jamás se van a borrar de mi memoria.
Qué pena no haber sabido apoyarte mejor todo este tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario