sábado, 24 de diciembre de 2016

Un año más y uno menos.

Hace un año por estas fechas, estaba en el mismo sitio que ahora, pero totalmente diferente. Es como si no hubiese cambiado nada y a la vez hubiese cambiado todo. Sigo siendo la misma. No creo en esa expresión de "año nuevo, vida nueva". Por mucho tiempo que pase, todo depende de nuestro estado de ánimo y la manera en la que nos tomemos las cosas porque vamos a seguir teniendo la misma vida.

Dije que 2016 iba a ser diferente, que iba a cambiar y parecía que había empezado bien pero, como siempre, termina mal. Pero sin embargo si me paro a pensar, estoy en el mismo punto de siempre, sentada en el mismo banco y esperando lo mismo y a la misma persona. Aquel día llegó, por suerte, pero no creo que esta vez llegue a mí.

Siempre me han dicho que a la suerte hay que ayudarle, pero no me creo capaz de hacerlo porque no creo capaz a la suerte de acercarse siquiera a mí.

Tenía muchisimas ganas de que llegaran estas fechas. Son muy importantes para mí porque es el reencuentro familiar, de amistades que llevo incluso años sin ver, es maravilloso. No entiendo a la gente que dice que no le gustan estas fechas, aunque lo respeto, no entiendo como me gustan tantísimo y ellos las odian.

Puede ser que me haya distanciado de mucha gente, pero si ellos son a los que llamo "amigos" no debería ocurrir nada. Es fantástico el reencontrarse con alguien después de meses y que esa persona siga igual que siempre contigo. Lo he sentido en mis propias carnes y en ese momento descubres que l@s vas a tener para siempre y que, aunque el tiempo pase, todo va a ser igual.
He revisado las entradas de hace un año y me hace gracia porque, en cierto modo, no he cambiado absolutamente nada. Lo único que he hecho en vez de avanzar y crecer, he retrocedido. O eso creo.

Hace una semana cuando la ví aparecer detrás del sillón no me lo podía creer. Casi 5 meses sin verla, acostumbrada a tenerla todos y cada uno de los días conmigo. La abracé como creo que no he abrazado a nadie nunca. No nos hizo falta decir nada. Simplemente la abracé. Las lágrimas no paraban de salir de mi corazón, supongo que de emoción, de añoranza. Pero aún creo que no se ha hecho una idea todavía de lo que la he echado de menos y cómo duele pensar que en una semana vuelve a irse, para 6 meses. Si he aguantado 4 meses a regañadientes, ¿cómo voy a poder aguantar sin verla dos meses más? Y lo peor, no es eso. Lo peor es que tras esos seis largos y tortuosos meses y tras jugarme mi futuro, un mes más tarde de que ella vuelva, me voy. Durante once meses enteros. Finlandia. No sé si me asusta más el no conocer nada del país, ni siquiera su idioma, ni costumbres, ni forma de vivir... Nada. Puedo tener suerte, o simplemente que vaya muy mal y ahora mismo estoy en la segunda opción. Mi familia me apoya como siempre pero no me parece necesario. Tengo que concienciarme y aún así dudaré cuando llegue el día. Todo el mundo me dice cosas buenas del país, o que me van a echar de menos pero creo que no son conscientes de la cantidad de cosas que van a pasar aquí estando yo, la cantidad de cosas que me voy a perder y lo mal que lo voy a pasar allí.

Mi futuro está en mis manos y no tengo ni la menor idea de cómo voy a salir sana y salva de todo este proceso. Creo que cuando llegue al final no me lo voy a creer. Creo que tiene que llover mucho para que yo llegue a sonreír como lo hacía cuando tenía tres añitos.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Echarte de menos.

Creo que no imaginas lo que se te puede llegar a echar de menos aquí. Ya no me acuerdo de lo que era despertarme con tu música y regañarte porque me has despertado y que me cojas para bailar, contando con que eran las 7 de la mañana. He perdido la cuenta de las veces que he puesto un cubierto de más en la mesa para comer y he tenido que volver a guardarlo en el cajón por darme cuenta de que hoy tampoco comías con nosotras. Cada llamada por skype es mas dura, cada despedida de: "Ya hablaremos cuando puedas"- duele más.

Tengo tantísimas cosas que contarte, tantísimas cosas han pasado desde que te fuiste y es como si hubieses estado en cada una de ellas porque no ha habido momento en el que no has estado presente.

Hace cuatro meses ya y parecen siglos. Dicen que siempre sufre más el que se queda que el que se va. Y joder, no sabes cuanta razón tiene. No sé si lo estaré llevando peor o mejor que tu, pero muy mal tienes que estar para saber como lo estamos pasando aquí.

Llevo contando los días desde aquel día que me despedí de tí con aquel abrazo, con aquel te echaré de menos y un 'no voy a llorar' secándome las lágrimas. La cuenta atrás se hace cada vez más dificil, cada día que pasa, es más complicada la espera. Voy tachando los días en el calendario y parece que no llega el día, quedan todavía 11 días para verte y no sabes lo largos que se me están haciendo. Creo que no me lo voy a creer cuando te tenga conmigo.

Siempre has sido mi apoyo incondicional, la única persona en la que puedo y he podido confiar siempre, junto con la mayor, ya lo sabes. Puede ser que este texto no sea como los de siempre, porque para mí están empezando a cambiar mucho las cosas aunque aún no lo sepas.

Necesito tenerte aquí, ponerte al día y que me despiertes con tu música o que me digas que estoy muy fea con esta cara de culo, que ni siquiera cuando me peleo contigo puedo tener esta cara. Y menos mal que no me ves, porque ya me hubieses puesto la música a todo volumen, sin importarte los vecinos y me hubieses puesto a bailar por toda la casa para terminar abrazadas y riendo a carcajadas.

Dije que no creía que volviese a escribir en un tiempo. Pero tu lo mereces. He escrito a muchísima gente que nunca lo ha merecido pero tu sí. La de siempre, la de verdad,  la que lleva 17 añitos aguantándome y aún así sigue apoyándome. Y doy las gracias a mamá y a papá que nos han enseñado la verdadera importancia de la familia porque no sé que haría sin vosotros. No lo sé.

Te espero.

Te quiere,

Tu hermana pequeña.

jueves, 18 de agosto de 2016

Día X

He perdido la cuenta de las veces que te he hecho daño. Del tiempo que, cada vez que te miro, no te veo. Del tiempo que hace que soy consciente de que estás hecho pedacitos por mi culpa. Ya no recuerdo cuántas noches he pasado llorando ni tampoco de cuál fue el momento en el que volví al pasado y me estanqué allí. Ni el momento en el que te hice perder la ilusión.

Te he roto.

¿Cómo reaccionar ante esto? Sólo yo tengo la respuesta. ¿Cómo afrontar que tu todo probablemente se convierta en nada? Eso no va a pasar, porque has llegado a ser mucho para mi. O lo que es peor,  que para lo que para ti aún lo es todo, pases a ser nada. Nunca has sido nada.

Sabes que nunca me han gustado los temas de alcohol unidos a los problemas, pero ha sido mi culpa que hayas llegado a esos extremos. Ese estado de embriaguez no te está ayudando a hacerte la idea de no tenerme, porque me tienes. No me gusta que te plantees siquiera llegar al punto de esas personas que toman el alcohol como salida a los problemas porque no lo es. Tú has sido el que me ha enseñado que siempre hay que enfrentarse a los problemas de cara y siendo sinceros, ¿no? Pues vamos a enfrentarnos a nosotros mismos y a hacer de nosotros algo mucho más fuerte de lo que lo ha sido nunca.
Siempre te he dicho que eres muy cabezón y por una vez me alegro de que lo seas. Sigue pensando que todo se va a arreglar, porque lo hará. Con un poco de suerte, no con la mía,  la mía se quedó en el suelo como el tarro de sal. Con la tuya y con la que me diste al convertirme en un koala y al perderte aquel partido. Pero que, al fin y al cabo, volveremos a ser nosotros, nuestros.

Te he roto.

Es jodido pensar que te he hecho tantísimo daño en simplemente unas semanas, o tres años. Teníamos muchísimos planes para este verano,  ¿y qué si no los hemos hecho? Nos quedan muchísimos días por delante para hacer todas y cada una de las cosas que habían planeadas y sin planear.
Mi punto de apoyo eres tú y no has quedado renegado, ni lento,  ni a velocidad vertiginosa.
De verme con suerte a que te hartes de mi día sí y día también. De que contigo soy yo misma y no existe posibilidad de forzar nada. De que me cambies el humor siempre que estoy mal, a intentar hacer lo mismo por ti. De que saltes de la cama el día que aparezca en tu salón hablando con tu hermana y verte esos ojitos iluminados por ganas de verme. De no dejarte nunca solo para que no haya posibilidad de dudas infinitas, que esas siempre serán mías y nuestra la canción, sin duda alguna. Ni dejarte que te preguntes esas cosas que te hacen tanto daño, porque no te hará falta.

Te he roto.

Mi rey del positivismo, ese que le saca una sonrisa a cualquiera, fuera cual fuese su estado de ánimo. El terapeuta por excelencia de amigos y conocidos y el mío propio. El que siempre ve el lado bueno a la peor situación. El que se pasa mirándome con esos ojitos brillantes horas y horas sin cansarse y sin casarse tampoco. Y el que supera junto a mí los problemas con facilidad. Ese es mi chico.

Te he roto.

El deporte puede ser una de las soluciones, pero lo que nadie sabe es que el deporte en compañía es mucho más divertido. No saben que mi piscina te echa de menos, que mis lentejas te están esperando en la mesa y se están empezando a enfriar, que la sandía se está calentando porque en la nevera se reseca y que la leche condensada está cambiando de estado de las veces que me ha visto hablando de tí. Mi pececillo.

Te he roto.

Nunca has sido controlador, pero por mi has llegado al extremo de estar tan preocupado hasta no parar de mirar las redes sociales por si acaso ha cambiado algo en mí y tu satisfacción ha sido encontrar que la falta de noticias, son buenas noticias.

Te he roto.

No hay vez en la que, cada vez que salgo de mi habitación, me pregunten si he hablado contigo. Por cómo estás y que me adviertan que si te pierdo me voy a arrepentir mucho y que esta situación se está alargando cada vez más. Que por muchas vueltas que le dan no son capaces de entender como sigo estancada en el pasado. Que después de los tres meses que hemos pasado, debería de tener más que claro lo que siento por tí. Y lo tengo. Que las cosas se que no se arreglan metiéndome en mi burbuja que siempre creo ante los problemas que se me presentan. No he aprendido todavía que esa burbuja siempre acaba explotándome en la cara y haciéndome y haciendo más daño del que ya he hecho.

Te he roto.

Y quiero que vuelvas a ser el mismo. No sé si conmigo o sin mi. Pero esta situación se que está haciendo que te vuelvas loco. No has fallado. He fallado yo. En no dejar el pasado atrás y en permitirte que entres en mi vida antes de cerrar las puertas que en su momento parecía que había cerrado. Eres el mejor, no mas bueno de lo que te hago creer, sino muchísimo más. Mucho más de lo que crees, creen y creo. No creo que seas suficiente para mí, sé que eres demasiado para mí. No sé si habrá alguien a tu altura, pero está claro que yo no lo estoy. Pero voy a hacer lo que esté en mi mano, o en mis pies,  para ponerme de puntillas como siempre y poder abrazarte para seguir adelante.
Yo, capaz de lo peor y de lo mejor, (más de lo peor), que te he visto reír y llorar y tú que me has enseñado lo que es el querer. Yo, que como siempre me dices, he sido y seré tu primer amor. Yo, como me dijiste el día de mis 17, soy poesía y hago que sin mí sólo seas prosa. Pero lo que no sabes, es que nunca he sido más de 20 poemas y una canción desesperada. Siempre he sido de prosa, sin rima, pero contigo.
Sabes que no me gusta que tu humor dependa de mí, solo puedo decirte que ni se te ocurra darme las gracias porque esto no es una despedida. Porque contigo soy yo y no te vas a alejar de mí. Por hacerme sentir marea y por haber surcado mis aguas y seguir en ese barco. Porque te quedan veces que estremecerte al arañarte la espalda o al verme bailar como a tí te gusta. Por no creerme nunca que he sido lo más bonito que has conocido en la vida y por haberte apoyado cuando más lo necesitabas porque sí, porque me apetecía y porque te lo mereces. Las gracias te las doy yo a tí por enseñarme el valor de una caricia y la fuerza que tiene un abrazo porque sin costillas flotantes se puede vivir. Porque como todo el mundo dice, las reconciliaciones son lo mejor y oye, está comprobado que es verdad. Por lo natural que somos, porque más felices no se puede ser.

Yo, intentando reconstruirte para que vuelvas a ser tú.
No me hace falta coser para remendar esos pedazos. Lo arreglan unas chanclas en agosto de 2016 y hacerte feliz hasta que me des ese sí tan deseado para mí.

No me esperes.

No hace falta que lo hagas. Estoy aquí.

Te quiero.